C R I T I C A
                     LOS SIN NOMBRE   

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Enmarcada en lo que llamaríamos fantaterror de autor o culto, por distanciarse claramente del cine más típicamente comercial como digamos el auspiciado por el productor Andrés Vicente Gómez, etcétera, etcétera, me parece, junto con 99.9 de Agustí Villaronga, los dos films más interesantes y desasosegantes que he degustado últimamente no sólo en el poco fértil cine patrio sino a nivel internacional. Y quizás el cine del catalán Balagueró, cinéfilo beligerante, editor de publicaciones especializadas en el género, y cultivador del mismo en sus varios cortometrajes, sea un tanto deudor, entre otras influencias, del personal estilo del cineasta mallorquín Villaronga.
 

        


A golpe de fotograma, que está entre el cine negro y el look Expediente X, nos muestra con la gélida fotografía de Xavi Giménez de tonos siniestros, una historia escrita por el propio director adaptación de la novela homónima del inglés John Ramsey Campbell. Menos perceptibles pero presentes, según las referencias en sus trabajos anteriores, otros iconos del género: Lynch, Cronenberg,... La trama gira en torno a la obsesiva investigación de una madre, Claudia (Emma Vilarasau), ayudada por un ex–policía, Massera (Karra Elejalde), para recuperar a su hija que creía desaparecida en un cruel asesinato pero misteriosamente reaparecida secuestrada por una secta pseudo-satánica cuyo objetivo es la búsqueda de la verdad, el mal, el extasis absoluto a través del dolor, liderados por un mad-doctor de orígenes turbios en los campos de exterminio nazis. Parecida temática nos ha llegado de la mano de otro escritor-director inglés: Clive Barker.

 

                             

 


         


El film, que con una impactante secuencia inicial deja claro la dimensión turbia que adquirirá la historia, y amenaza también con devenir en una especie de "La habitación del hijo" versión splatter, va, en cambio, desgranando un transcurso envolvente apoyado en una narración que, si bien no sea algo nada visto pues algunas secuencias como el recurso a un teólogo amigo que les pone en el camino de la misteriosa secta parece un poco traída por los pelos, o el encuentro que nos recuerda a El silencio de los corderos como desesperado intento del protagonista para averiguar algo con el presunto líder de la secta, un tal Santini en una impagable interpretación de Carlos Lasarte, resulta inquietantemente entretenida hasta el desenlace final.


            

 

Oportuna banda sonora y montaje que alterna en el desarrollo de las escenas angustiosos breaks a modo de aceleradas pesadillas que mezclan sueño y realidad a la vez que ponen de relieve las obsesiones que viven los personajes todo ello en un discurrir sin fisuras que nos conduce a un crescendo final, si bien bastante alicorto, poco convincente que defrauda un tanto las espectativas, no desmerece el hábil desarrollo. Se hecha en falta una historia más sólida pero la inquietante puesta en escena hace que el film transcurra no sin hacernos revolvernos angustiosamente en la butaca y quizás signifique más por las buenas maneras que apunta que por el resultado global. Por mi parte, esperaré  con interés una nueva entrega de este director catalán.

Calificación: 6/10.
                                             G.R.