C R I T I C A
ATRAPADOS EN EL MIEDO

Comenzaré esta crítica con una breve composición de lugar pues este film cierra, de momento, la carrera tras la cámara de este director murciano, madrileño de adopción, que a comienzos de los setenta, durante la Edad de Oro del fantaterror español, primero como ayudante de dirección de otro pionero del género, León Klimovsky, dirigirá 4 títulos, hoy íconos de esta etapa, todos ellos protagonizados por Paul Naschy y también de lo más representativo del mítico actor; dos thrillers completan su producción de esta etapa. ¿Y qué ocurrió entonces? Pues que la espectacular demanda de cine erótico surgida en España tras la finalización de la dictadura franquista arrinconó el cultivo del género fantaterrorífico, sobre todo a nivel de producción de bajo presupuesto, y Aured no sería ajeno a esta tendencia pues su carrera en los primeros ochenta se dedicó intensamente a este menester con trabajos con títulos tan elocuentes como “El fontanero, su mujer y otras cosas de meter” o “El hombre del pito mágico”. Actualmente, Aured sigue trabajando dentro del mundillo erótico en tareas de management en los canales privados de televisión del grupo Prisa y es miembro del jurado del festival erótico de Barcelona.

Atrapados en el miedo es el significativo título de una trama en la moda psicothriller de films como La noche de Halloween (John Carpenter, 1978) o Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980), que sigue las andanzas de, por un lado, un anónimo fugado de un hospital psiquiátrico que vaga por los alrededores de Madrid cobrándose hasta 3 víctimas, todas ellas jóvenes féminas, y por otro lado, dos parejas chico-chica que se preparan para vivir un fin de semana de cachondeo, en el más amplio sentido, en una vieja casa de la abuela de uno de los protagonistas. Ambas trayectorias confluyen a partir de la segunda mitad del metraje con el psicópata asesino obcecado en aguarles la fiesta a los jóvenes, detentando el tan manido insistente sitio a la casa.

Bien poco se nos dice del pintoresco loco salvo los recurrentes planos de sus pies, vaqueros y adidas,  caminando por el campo, aunque parece por el perfil de sus víctimas debe acusar algún tipo de demencia sexual. Tres son los asesinatos perpetrados pero la ausencia de atmósfera, truculencia o elementos gore es la nota característica, pues Aured filma estas escenas con total asepsia. Es más, la escena que abre el film con dos de las víctimas retozando en un campo otoñal ante la presencia furtiva del loco, más parece sacada de un film erótico que de uno de horror, todo parece haberle pillado con el pie cambiado de género al director de “El espanto surge de la tumba”. Paralelamente, cuasi-documental es la perspectiva conque Aured rueda los preparativos de la cita de las parejas, los chicos esperan en el bar a que bajen las chicas, trayecto por las calles de Madrid e incluso salida por la carretera de La Coruña, llegada a la casa vacía, revisión de instalaciones y acopio de víveres así como la visita al socorrido pueblo más cercano. El guión ni esconde los a menudo sonrojantes comentarios picantes del chico gracioso en una perspectiva como digo extremadamente verista que no es nada apropiada para la creación del aconsejable clima in crescendo de un supuesto thriller.

La banda sonora, en plan new-wave, a golpe de bajo y batería acentúa el tedio de la cinta.

¿Cabe buscar una moralina? Las chicas víctimas del loco son sorprendidas por éste tras algún pecaminoso escarceo amoroso y aquel ataca a las dos parejas que se disponen a montarse un fin de semana cuasi orgiástico. Sólo se salva el retrato sociológico que el devenir de los personajes apunta sobre la España de la época, algo casposa y con el latente subterfugio sexual, que la reciente edición en vídeo que Divisa hace de algunas películas del género, algunas con más pena que gloria, nos proporciona. Para muestra de la falta de fuerza de este film fallido es un detalle paradójicamente cómico en la recta final de la película en pleno acoso con el asesino introducido en la casa en pleno desconcierto aprovecha su escondite en la cocina para un avituallamiento. Salvemos el agrio happy-end, que tiene algo del vigor que le falta al resto, con los jóvenes pasando de acosados a verdugos.   

Calificación: 2 (sobre 10).

G.R., agosto de 2002. 

 

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Joaquín Navarro, Sara Mora, Adriana Vega y José Luis Alexandre